,Luz en la Finestra ha traído muchos espacios a mi vida y a la de muchas personas seguidoras. Poder compartir logros de los niños con trisomía 21, alentar a las familias y profesionales, conocer que la salud en la infancia es más general de lo que los datos médicos ofrecen y algo crucial en la vida de los niños con trisomía 21, la escolarización.
Aquí traigo una experiencia vital de Cecilia Torres Matamala una madre con una claridad de ideas que ha hecho que su hija pequeña Francisca González, de siete años, mejore las condiciones de su escolarización, en Chile.
Cecilia tiene un equipo que la acompaña y ayuda en esta tarea fundamental para Fran, y es una hermana que es abogada y colabora en una asociación de personas con discapacidad. Ella se encarga de pasar a su madre las leyes, artículos con los que puede refrendar sus ideas frente a las instituciones escolares.
Tiene en total cuatro hijas: una abogada, matrona, analística química y Fran, que veremos cómo gracias a la lucha y ejemplo de la madre, llegará muy lejos.
La actitud de Cecilia es crucial, pienso, dice ella, que las madres no confían en sus hijos y les dejan en las escuelas sin esperar todo lo que pueden dar, y es por eso que yo estoy defendiendo la situación de Fran porque creo que ella merece una educación plena, con todos los derechos. Las madres han de movilizarse y construir este camino para sus hijos.
Fran está en el primer curso de primaria con integración e inclusión, dice Cecilia pero es lo que dicen Paz, de eso no hay nada de nada, idéntico aquí Cecilia. A Fran y otros cuatro compañeros les sentaban en la parte de atrás del aula y no les hacían caso, eso sí, la recriminación de su mal comportamiento era cotidiana. Esto contando con seis años Fran y la intención del centro educativo era que tomaran Ritalín, el tratamiento que les dan a los niños con TDHA.
Para mí que me baso en fundamentaciones psicoanalíticas y estudios que realicé sobre drogas, el TDHA es una invención farmacéutica que arroja unos beneficios de 17 mil millones de dólares, cuatro mil millones más que el año anterior. Los síntomas neuróticos que presentan los niños son debidos a contextos que han contribuido a exacerbar una naturaleza por así decirlo, movida. Ofreciendo entornos comprensivos y donde su expresión no sea criticada se remiten los síntomas o se dejan de ver como patológicos. Pero en las escuelas se denota que la práctica educativa se va perdiendo para ir acomodando en aletargar a los niños más que en empatizar y entender la naturaleza de lo que expresan y porqué.
Cuando a Cecilia le ofrecieron dar Ritalín como condición sine qua non para que Fran siguiera escolarizada porque si no aceptaba, tendría que irse de la escuela, salió a denunciar la situación. Seis meses le llevó encontrar un abogado que quisiera llevar su caso. En España sucede lo mismo es difícil encontrar un abogado.
Fallaron a favor de Cecilia pero el centro educativo apeló.
En inspección educativa, súper intendencia en Chile, denunció que a los alumnos no les hacían caso que estaban sentados detrás y que aquellas malas prácticas interferían en los derechos de los niños. Las otras madres de los cuatro de clase llegaron hasta este paso de demandar o denunciar en súper intendencia sin llegar a los tribunales por miedo a represalias.
Cecilia no acude a otras fundaciones de síndrome de Down porque explica que los niños que pertenecen a ellas están en centros de educación especial, el paralelismo con España es evidente. Aquí sucede lo mismo y si llegan a estar escolarizados en esta mal llamada inclusión, les dejan calentando la silla y pidiendo y exigiendo poco o nada. El conformismo se adueña de situaciones que vulneran el derecho del niño a la educación, fundamental para su desarrollo en la vida.
Cecilia ha ganado un fallo y dos mediaciones, han dictado sentencia y causará jurisprudencia para que a otros niños, los profesionales no les dejen de lado. ¿Ocurre esto en España? ¿Son los apoyos de pedagogo terapéutico y audición y lenguaje lo que necesitan o sustentan más la segregación y la diferencia?
Aquí en España han cercado la educación anulando el carácter individual que debiera de preservar a cada niño de intervenciones como los apoyos educativos que soslayan su identidad, adocenan y empaquetan con el etiquetaje de niños con necesidades educativas especiales.
Antes, hace más de treinta años, podía haber un niño en aula especial donde el docente incidía en potenciar sus conocimientos. Estas aulas agrupaban a los chavales “diferentes”. Cuando un niño llegaba estimulado se apoyaba, pero esto hace muchos años. Con la sistematización de apoyos, que no son tales, pervierten el apoyo, estigmatizan al niño y reducen el currículo sin merecer reconocimiento de la idiosincrasia, carácter de cada niño. Intervenciones anteriores podían salvar y potenciar al niño, ahora en España bajo tanto protocolo, hemos olvidado que la educación es potenciar y mejorar haciendo sentir orgulloso al niño de sus logros. Cada día más sistematizado y cada día más lejos de las auténticas necesidades del niño.
Las demandas como vía de canalizar que los apoyos denigran la naturaleza del pequeño, que la medicación en España es la muleta para apaciguar en las aulas lo que no consigue la práctica educativa, véanse caso de tea o trastornos generales del desarrollo.
Algo básico y fundamental son los resultados que en España están teniendo los supuestos apoyos y es que el fracaso es estrepitoso ya que la población que los ha tenido acaba en su mayoría, en colegios de educación especial. Cecilia arroja luz a la situación en la que los niños pasan por educación pero la educación no pasa por ellos. Es decir, que tales apoyos, junto con el dictamen, en España, prevén que no van a alcanzar los logros por sus rasgos. De esta forma rebajan los contenidos en vez de adaptar y el alumno entra en un espacio insalvable del que esperan poco y le dan menos. Los apoyos han de extraer el máximo potencial de cada alumno desde su individualidad.
Si queremos hacer una sociedad más justa, donde la diversidad forme parte de ella sin excluir a nadie tenemos que autocriticarnos como familias y como profesionales. Podemos mejorar la vida de muchos niños porque nuestra actitud, es la que manda por encima de protocolos. Nuestra humanidad no se adocena en las administraciones.
Cecilia mil gracias por nuestras conversaciones que me acercan a creer más en lo que para mí también es una lucha cotidiana. La energía y claridad de ver a Fran como una más ha llevado a defender sus derechos hoy y mañana.
Continuamos con nuestras conversaciones, continuamos conociendo mucho más de lo que sucede en el mundo de la diversidad y la trisomía 21 esta vez entre Chile y España y entre madres que nos desvela el bienestar de nuestras familias.
Fotografía cedida por Cecilia Torres Matamala de su hija Fran.
Aquí traigo una experiencia vital de Cecilia Torres Matamala una madre con una claridad de ideas que ha hecho que su hija pequeña Francisca González, de siete años, mejore las condiciones de su escolarización, en Chile.
Cecilia tiene un equipo que la acompaña y ayuda en esta tarea fundamental para Fran, y es una hermana que es abogada y colabora en una asociación de personas con discapacidad. Ella se encarga de pasar a su madre las leyes, artículos con los que puede refrendar sus ideas frente a las instituciones escolares.
Tiene en total cuatro hijas: una abogada, matrona, analística química y Fran, que veremos cómo gracias a la lucha y ejemplo de la madre, llegará muy lejos.
La actitud de Cecilia es crucial, pienso, dice ella, que las madres no confían en sus hijos y les dejan en las escuelas sin esperar todo lo que pueden dar, y es por eso que yo estoy defendiendo la situación de Fran porque creo que ella merece una educación plena, con todos los derechos. Las madres han de movilizarse y construir este camino para sus hijos.
Fran está en el primer curso de primaria con integración e inclusión, dice Cecilia pero es lo que dicen Paz, de eso no hay nada de nada, idéntico aquí Cecilia. A Fran y otros cuatro compañeros les sentaban en la parte de atrás del aula y no les hacían caso, eso sí, la recriminación de su mal comportamiento era cotidiana. Esto contando con seis años Fran y la intención del centro educativo era que tomaran Ritalín, el tratamiento que les dan a los niños con TDHA.
Para mí que me baso en fundamentaciones psicoanalíticas y estudios que realicé sobre drogas, el TDHA es una invención farmacéutica que arroja unos beneficios de 17 mil millones de dólares, cuatro mil millones más que el año anterior. Los síntomas neuróticos que presentan los niños son debidos a contextos que han contribuido a exacerbar una naturaleza por así decirlo, movida. Ofreciendo entornos comprensivos y donde su expresión no sea criticada se remiten los síntomas o se dejan de ver como patológicos. Pero en las escuelas se denota que la práctica educativa se va perdiendo para ir acomodando en aletargar a los niños más que en empatizar y entender la naturaleza de lo que expresan y porqué.
Cuando a Cecilia le ofrecieron dar Ritalín como condición sine qua non para que Fran siguiera escolarizada porque si no aceptaba, tendría que irse de la escuela, salió a denunciar la situación. Seis meses le llevó encontrar un abogado que quisiera llevar su caso. En España sucede lo mismo es difícil encontrar un abogado.
Fallaron a favor de Cecilia pero el centro educativo apeló.
En inspección educativa, súper intendencia en Chile, denunció que a los alumnos no les hacían caso que estaban sentados detrás y que aquellas malas prácticas interferían en los derechos de los niños. Las otras madres de los cuatro de clase llegaron hasta este paso de demandar o denunciar en súper intendencia sin llegar a los tribunales por miedo a represalias.
Cecilia no acude a otras fundaciones de síndrome de Down porque explica que los niños que pertenecen a ellas están en centros de educación especial, el paralelismo con España es evidente. Aquí sucede lo mismo y si llegan a estar escolarizados en esta mal llamada inclusión, les dejan calentando la silla y pidiendo y exigiendo poco o nada. El conformismo se adueña de situaciones que vulneran el derecho del niño a la educación, fundamental para su desarrollo en la vida.
Cecilia ha ganado un fallo y dos mediaciones, han dictado sentencia y causará jurisprudencia para que a otros niños, los profesionales no les dejen de lado. ¿Ocurre esto en España? ¿Son los apoyos de pedagogo terapéutico y audición y lenguaje lo que necesitan o sustentan más la segregación y la diferencia?
Aquí en España han cercado la educación anulando el carácter individual que debiera de preservar a cada niño de intervenciones como los apoyos educativos que soslayan su identidad, adocenan y empaquetan con el etiquetaje de niños con necesidades educativas especiales.
Antes, hace más de treinta años, podía haber un niño en aula especial donde el docente incidía en potenciar sus conocimientos. Estas aulas agrupaban a los chavales “diferentes”. Cuando un niño llegaba estimulado se apoyaba, pero esto hace muchos años. Con la sistematización de apoyos, que no son tales, pervierten el apoyo, estigmatizan al niño y reducen el currículo sin merecer reconocimiento de la idiosincrasia, carácter de cada niño. Intervenciones anteriores podían salvar y potenciar al niño, ahora en España bajo tanto protocolo, hemos olvidado que la educación es potenciar y mejorar haciendo sentir orgulloso al niño de sus logros. Cada día más sistematizado y cada día más lejos de las auténticas necesidades del niño.
Las demandas como vía de canalizar que los apoyos denigran la naturaleza del pequeño, que la medicación en España es la muleta para apaciguar en las aulas lo que no consigue la práctica educativa, véanse caso de tea o trastornos generales del desarrollo.
Algo básico y fundamental son los resultados que en España están teniendo los supuestos apoyos y es que el fracaso es estrepitoso ya que la población que los ha tenido acaba en su mayoría, en colegios de educación especial. Cecilia arroja luz a la situación en la que los niños pasan por educación pero la educación no pasa por ellos. Es decir, que tales apoyos, junto con el dictamen, en España, prevén que no van a alcanzar los logros por sus rasgos. De esta forma rebajan los contenidos en vez de adaptar y el alumno entra en un espacio insalvable del que esperan poco y le dan menos. Los apoyos han de extraer el máximo potencial de cada alumno desde su individualidad.
Si queremos hacer una sociedad más justa, donde la diversidad forme parte de ella sin excluir a nadie tenemos que autocriticarnos como familias y como profesionales. Podemos mejorar la vida de muchos niños porque nuestra actitud, es la que manda por encima de protocolos. Nuestra humanidad no se adocena en las administraciones.
Cecilia mil gracias por nuestras conversaciones que me acercan a creer más en lo que para mí también es una lucha cotidiana. La energía y claridad de ver a Fran como una más ha llevado a defender sus derechos hoy y mañana.
Continuamos con nuestras conversaciones, continuamos conociendo mucho más de lo que sucede en el mundo de la diversidad y la trisomía 21 esta vez entre Chile y España y entre madres que nos desvela el bienestar de nuestras familias.
Fotografía cedida por Cecilia Torres Matamala de su hija Fran.