Desde Luz en la Finestra nos sentimos muy orgullosos de haber participado aportando datos sobre la situación de los niños con trisomía 21, para el informe que ha elaborado Naciones Unidas. Nos lo pidieron y colaboramos. Todo este tiempo sin decir nada hasta que se le ha dado luz al informe pero trabajando hacia la inclusión.
El resultado no podía ser otro. En España se vulnera el derecho de los niños a la educación inclusiva. De hecho la educación inclusiva no existe. Vemos casos aislados donde titulan como fenómeno extraño, y así es, son una excepción y por eso son noticia.
1 La existencia de centros de educación especial que se deben eliminar y el informe rechaza las aulas especiales en ordinaria.
2 La ausencia de información sobre el derecho a la matrícula en ordinario, sin apoyos.
3 La coacción constante para impedir matricular en ordinario.
4 Los dictámenes y psicodiagnósticos que ya manifiesta el informe de Naciones Unidas que son discriminatorios. “Los niños son identificados como personas que no pueden lograr como los demás”, y nada más alejado, claro que pueden, es el sistema educativo el que no les permite integrarse.
Los niños con síndrome de Down que están en las aulas de colegios, que anuncian que ser los más inclusivos, solamente están calentando la silla. Están presentes pero no integrados. Esto quiere decir que no se les exige, ni se les ve como un alumno más. Están etiquetados y perseguidos por los departamentos de orientación que lejos de apoyar segregan y excluyen.
Los compañeros tienen la oportunidad de aprender junto a ellos y crear un auténtico espacio de inclusión. Es importante divertirse, jugar, aprender, soñar, compartir…desde el compañerismo y el respeto. Pero lejos de motivar para crear respeto, empatía y convivencia, encontramos a familias que hacen la diferencia con el compañero que tiene trisomía 21 diciendo a sus hijos que son compañeros que tienen "peculiaridades" y mostrándoles de forma diferente. Se olvidan de que todos los niños son diferentes y que los niños tienen mucho más en común. Busquemos lo que nos une y olvidemos si somos adoptados, si hay trisomía 21 –síndrome de Down-, si hay autismo, si es gitano, si tiene un sexo u otro. Qué más le dan esas diferencias a los niños si las etiquetas están puestas por la cultura que transmitimos, si lo que busca, cualquier niño, es un compañero con el que aprender a compartir. Crecer creando un sentimiento de respeto e integración
La inclusión es un término utilizado para difundir discursos que están muy alejados de las prácticas reales. No hemos superado ni la antigua integración donde daban las gracias para que se les permitiera estar con el resto de población. Es dignidad lo que se pide con una plena inclusión, no rincones apartados.
La etiqueta de niños con necesidades educativas especiales, en las escuelas, aglutina la diferenciación y remarca prácticas educativas alejadas de una implementación para todos y cada uno de los alumnos desde la equidad. Y por equidad responder a las necesidades propias de cada alumno.
Los apoyos en España consisten en un pedagogo terapéutico que hace la labor de reducir el currículo por el simple hecho de tener síndrome de Down. Ya sabe lo que va a hacer el niño y le aboca al fracaso desde el principio de su escolarización. Con tres años ya excluyen el inglés por presuponer que le obstaculizará e aprendizaje de su propia lengua materna, cuando es todo lo contrario. Mantiene a los niños en el aula donde a veces da materias diferentes a las que se están impartiendo en el aula en el momento y el resto de alumnos. Repiten una y otra vez los mismo contenidos sin hacerles avanzar, no hay evaluaciones sobre el progreso. De igual forma potencian y proponen la repetición de curso para que estén el menor tiempo posible en secundaria desde donde ya son mandados a educación especial.
Y el otro apoyo es audición y lenguaje. De igual forma hacen ir a los niños fuera del aula. Si se quedan en el aula no se adaptan a los contenidos y ofrecen contenidos distintos a los que se hacen en el aula. En el resultado que tienen con los niños ralentizan más su vocabulario y agilidad con el habla. El lenguaje en los niños con trisomía 21 se ve enmarcado en la comparación con el resto de población y lejos de potenciar la forma de acercarse al niño sin hacer actividades que lejos de acercar, remarcan que hay un niño diferente. Así se termina percibiendo el niño y el resto de compañeros.
Y el apoyo asistencial de cambio de pañales para el que lo necesite.
Resultado: terminan en educación especial. Esta es la inclusión en España donde la inclusión es una quimera y los apoyos una segregación encubierta.
Hoy por hoy son niños en riesgo de exclusión social. No están integrados, se vulnera su derecho y más que apoyos tienen zancadillas en su escolarización.
Hay mucho trabajo que hacer pero empecemos a llamar las cosas por su nombre, la inclusión hoy no existe en España pero sí la discriminación. Para cambiar hemos de empezar a no engañarnos y evidenciar los casos de discriminación, sin miedo y juntos porque también hay una comunidad educativa que quiere cambiar esta situación.
Si quieres que te asesoramos cuenta con nosotros.
El resultado no podía ser otro. En España se vulnera el derecho de los niños a la educación inclusiva. De hecho la educación inclusiva no existe. Vemos casos aislados donde titulan como fenómeno extraño, y así es, son una excepción y por eso son noticia.
1 La existencia de centros de educación especial que se deben eliminar y el informe rechaza las aulas especiales en ordinaria.
2 La ausencia de información sobre el derecho a la matrícula en ordinario, sin apoyos.
3 La coacción constante para impedir matricular en ordinario.
4 Los dictámenes y psicodiagnósticos que ya manifiesta el informe de Naciones Unidas que son discriminatorios. “Los niños son identificados como personas que no pueden lograr como los demás”, y nada más alejado, claro que pueden, es el sistema educativo el que no les permite integrarse.
Los niños con síndrome de Down que están en las aulas de colegios, que anuncian que ser los más inclusivos, solamente están calentando la silla. Están presentes pero no integrados. Esto quiere decir que no se les exige, ni se les ve como un alumno más. Están etiquetados y perseguidos por los departamentos de orientación que lejos de apoyar segregan y excluyen.
Los compañeros tienen la oportunidad de aprender junto a ellos y crear un auténtico espacio de inclusión. Es importante divertirse, jugar, aprender, soñar, compartir…desde el compañerismo y el respeto. Pero lejos de motivar para crear respeto, empatía y convivencia, encontramos a familias que hacen la diferencia con el compañero que tiene trisomía 21 diciendo a sus hijos que son compañeros que tienen "peculiaridades" y mostrándoles de forma diferente. Se olvidan de que todos los niños son diferentes y que los niños tienen mucho más en común. Busquemos lo que nos une y olvidemos si somos adoptados, si hay trisomía 21 –síndrome de Down-, si hay autismo, si es gitano, si tiene un sexo u otro. Qué más le dan esas diferencias a los niños si las etiquetas están puestas por la cultura que transmitimos, si lo que busca, cualquier niño, es un compañero con el que aprender a compartir. Crecer creando un sentimiento de respeto e integración
La inclusión es un término utilizado para difundir discursos que están muy alejados de las prácticas reales. No hemos superado ni la antigua integración donde daban las gracias para que se les permitiera estar con el resto de población. Es dignidad lo que se pide con una plena inclusión, no rincones apartados.
La etiqueta de niños con necesidades educativas especiales, en las escuelas, aglutina la diferenciación y remarca prácticas educativas alejadas de una implementación para todos y cada uno de los alumnos desde la equidad. Y por equidad responder a las necesidades propias de cada alumno.
Los apoyos en España consisten en un pedagogo terapéutico que hace la labor de reducir el currículo por el simple hecho de tener síndrome de Down. Ya sabe lo que va a hacer el niño y le aboca al fracaso desde el principio de su escolarización. Con tres años ya excluyen el inglés por presuponer que le obstaculizará e aprendizaje de su propia lengua materna, cuando es todo lo contrario. Mantiene a los niños en el aula donde a veces da materias diferentes a las que se están impartiendo en el aula en el momento y el resto de alumnos. Repiten una y otra vez los mismo contenidos sin hacerles avanzar, no hay evaluaciones sobre el progreso. De igual forma potencian y proponen la repetición de curso para que estén el menor tiempo posible en secundaria desde donde ya son mandados a educación especial.
Y el otro apoyo es audición y lenguaje. De igual forma hacen ir a los niños fuera del aula. Si se quedan en el aula no se adaptan a los contenidos y ofrecen contenidos distintos a los que se hacen en el aula. En el resultado que tienen con los niños ralentizan más su vocabulario y agilidad con el habla. El lenguaje en los niños con trisomía 21 se ve enmarcado en la comparación con el resto de población y lejos de potenciar la forma de acercarse al niño sin hacer actividades que lejos de acercar, remarcan que hay un niño diferente. Así se termina percibiendo el niño y el resto de compañeros.
Y el apoyo asistencial de cambio de pañales para el que lo necesite.
Resultado: terminan en educación especial. Esta es la inclusión en España donde la inclusión es una quimera y los apoyos una segregación encubierta.
Hoy por hoy son niños en riesgo de exclusión social. No están integrados, se vulnera su derecho y más que apoyos tienen zancadillas en su escolarización.
Hay mucho trabajo que hacer pero empecemos a llamar las cosas por su nombre, la inclusión hoy no existe en España pero sí la discriminación. Para cambiar hemos de empezar a no engañarnos y evidenciar los casos de discriminación, sin miedo y juntos porque también hay una comunidad educativa que quiere cambiar esta situación.
Si quieres que te asesoramos cuenta con nosotros.