La escuela inclusiva es un derecho inalienable. Es una apuesta democrática por la convivencia, para aprender conviviendo. Es un marco teórico al alcance de la vista de todos pero sólo a la mirada inteligente de quien sabe interpretarlo.
Los niñ@s tienen derechos que los padres sabemos y debemos defender. ¿es así? ¿sabemos educar a nuestros hijos?
Esto no es un rollo. Porque veo a diario a familias que delegan la educación de sus hij@s a las instituciones. Al director del centro educativo, al maestro, al psicólogo, al orientador, al trabajador social... y cada vez hay más niños terapeutizados por la ausencia de la implicación de las familias.
El sentido común es el menos común de los sentidos, me explicaba un día el Doctor Jesús García Pérez , Presidente de la Asociación Madrileña para la Prevención del Maltrato Infantil. Que verdad es que cada día empleamos menos ese sentido común. Parece que resuena a hueco dentro de las familias y que el criterio de equidad, de honestidad, de solidaridad, de empatizar con el que tengo al lado, se ha ido destruyendo.
El daño esta en el mimetismo creado con pantallas de ordenador, de móviles, con programas basura de televisión, con aprendizajes mediocres porque da igual estar formad@ en cirugía cardiovascular si luego haces que tu hijo sea una persona insensible al entorno. Si creas a niños que pisan a otros, como la ley Wert que va a valorar la competitividad no la cooperación. Así, si nos destruímos entre nosotros será para ser competitivos, pensemos a dónde nos lleva esto.
Sí que veo niños y padres competitivos, pero no competentes. Veo a niños que excluyen.
Los niñ@s tienen derechos que los padres sabemos y debemos defender. ¿es así? ¿sabemos educar a nuestros hijos?
Esto no es un rollo. Porque veo a diario a familias que delegan la educación de sus hij@s a las instituciones. Al director del centro educativo, al maestro, al psicólogo, al orientador, al trabajador social... y cada vez hay más niños terapeutizados por la ausencia de la implicación de las familias.
El sentido común es el menos común de los sentidos, me explicaba un día el Doctor Jesús García Pérez , Presidente de la Asociación Madrileña para la Prevención del Maltrato Infantil. Que verdad es que cada día empleamos menos ese sentido común. Parece que resuena a hueco dentro de las familias y que el criterio de equidad, de honestidad, de solidaridad, de empatizar con el que tengo al lado, se ha ido destruyendo.
El daño esta en el mimetismo creado con pantallas de ordenador, de móviles, con programas basura de televisión, con aprendizajes mediocres porque da igual estar formad@ en cirugía cardiovascular si luego haces que tu hijo sea una persona insensible al entorno. Si creas a niños que pisan a otros, como la ley Wert que va a valorar la competitividad no la cooperación. Así, si nos destruímos entre nosotros será para ser competitivos, pensemos a dónde nos lleva esto.
Sí que veo niños y padres competitivos, pero no competentes. Veo a niños que excluyen.
Los hijos, son un reflejo de nosotros mismos. Me da miedo que mi hijo se drogue, comentan infinidad de padres.
Y cuando veo, que los padres, pasan el día en el bar o fuman compulsivamente. Cuando no hay una norma ni límites acerca de horarios, ni de forma de hablar. Cuando hay humillaciones en vez de conversaciones compartidas, cuando se educa desde el miedo y no desde el respeto...cuando los padres no son amigos sino fieles pagadores de la hipoteca.
Entonces voy entendiendo pero no comparto. Que a día de hoy tenemos que reivindicar los derechos de las personas de todas y también de las diferentes. Desde todos los medios.
Que nuestros hijos e hijas son espejos de nosotros, que no echemos la culpa o otros. Que la falaz etapa de que los niños pegan es normal, no existe en mis años universitarios, no la vi ni la abordó ninguno de los estupendo profesores que he tenido en distintas psicologías y didácticas. ¡Qué trabajo le cuesta al padre, al docente educar en la resolución de conflictos!. Es decir, hablar, hablen con los hijos y digan lo que es correcto de lo que no lo es. Corrijan hoy, mañana es tarde.
Ser competente es tener la suficiente inteligencia emocional. Qué es eso, es tener cualidades humanas que me permiten empatizar y considerar al otro ser humano que tengo al lado.
Oigo en centros educativos en sus presentaciones decir que son ateos y pedir que todo aquel que quiera religión se marche a otro centro porque allí, por ley la han de implementar pero lo harán de muy mal grado.
Mire, prefiero vivir con un católico, con un homosexual, con un "discapacitado", con un musulmán, con incluso mi vecino porque eso es el humus de la sociedad. Soy agnóstica, nunca me atreveré a decir que Dios no existe. Pero si algo definió muy bien Enrique Tierno Galván, fue en uno de sus libros: ¿Qué es ser agnóstico?
Los agnósticos no creemos en Dios, pero no le negamos, ¿quién sabe?. Creemos en los principios de amistad, de solidaridad, en la magia de una sonrisa, en la vulnerabilidad, en el quehacer cotidiano, no vamos a la iglesia pero tenemos y educamos en principios.
Si la escuela inclusiva dice que la convivencia es el primer orden democrático para coexistir personas de todo el calado social porque me dejan fuera a los católicos?
Yo quiero una sociedad de respeto. Que comience con una escuela inclusiva. Y la escuela inclusiva acoge dentro de un principio democrático los derechos de tod@s. Esos todos son negros, blancos, homosexuales, mayores y menores, religiosos y ateos, gordos y flacos, gente con silla de ruedas y gente con trisomía 21 que es síndrome de down.
Todos convivimos, todos somos tan iguales ante la ley, pero que aún hay que recordar que somos iguales, que no nos marquen diferencias. Porque a muchos les sucede que ven a Stephen Hawking, como un discapacitado, y es un auténtico erudito. Ven trisomía y echan a los niños de las aulas sin darles una oportunidad.
Formémonos, leamos algo más que chismes, seamos inteligentes y no juzguemos, valoremos la inteligencia de la convivencia y defendamos una escuela inclusiva para todos y por todos. Donde sea un grito unánime, LA IGUALDAD, EL RESPETO Y LA CONVIVENCIA.
Sean egoístas y faciliten que sus hijos e hijas jueguen con niños diferentes, porque en la diferencia está el aprendizaje de saber convivir y de sensibilizar a nuestros hijos en la proximidad y el respeto, facilitando la ayuda en todo momento, sin mirar si uno es gay, o down o feo, o mahometano o visigodo,. Den la mano a la vida y la vida les responderá de igual modo.
Y cuando veo, que los padres, pasan el día en el bar o fuman compulsivamente. Cuando no hay una norma ni límites acerca de horarios, ni de forma de hablar. Cuando hay humillaciones en vez de conversaciones compartidas, cuando se educa desde el miedo y no desde el respeto...cuando los padres no son amigos sino fieles pagadores de la hipoteca.
Entonces voy entendiendo pero no comparto. Que a día de hoy tenemos que reivindicar los derechos de las personas de todas y también de las diferentes. Desde todos los medios.
Que nuestros hijos e hijas son espejos de nosotros, que no echemos la culpa o otros. Que la falaz etapa de que los niños pegan es normal, no existe en mis años universitarios, no la vi ni la abordó ninguno de los estupendo profesores que he tenido en distintas psicologías y didácticas. ¡Qué trabajo le cuesta al padre, al docente educar en la resolución de conflictos!. Es decir, hablar, hablen con los hijos y digan lo que es correcto de lo que no lo es. Corrijan hoy, mañana es tarde.
Ser competente es tener la suficiente inteligencia emocional. Qué es eso, es tener cualidades humanas que me permiten empatizar y considerar al otro ser humano que tengo al lado.
Oigo en centros educativos en sus presentaciones decir que son ateos y pedir que todo aquel que quiera religión se marche a otro centro porque allí, por ley la han de implementar pero lo harán de muy mal grado.
Mire, prefiero vivir con un católico, con un homosexual, con un "discapacitado", con un musulmán, con incluso mi vecino porque eso es el humus de la sociedad. Soy agnóstica, nunca me atreveré a decir que Dios no existe. Pero si algo definió muy bien Enrique Tierno Galván, fue en uno de sus libros: ¿Qué es ser agnóstico?
Los agnósticos no creemos en Dios, pero no le negamos, ¿quién sabe?. Creemos en los principios de amistad, de solidaridad, en la magia de una sonrisa, en la vulnerabilidad, en el quehacer cotidiano, no vamos a la iglesia pero tenemos y educamos en principios.
Si la escuela inclusiva dice que la convivencia es el primer orden democrático para coexistir personas de todo el calado social porque me dejan fuera a los católicos?
Yo quiero una sociedad de respeto. Que comience con una escuela inclusiva. Y la escuela inclusiva acoge dentro de un principio democrático los derechos de tod@s. Esos todos son negros, blancos, homosexuales, mayores y menores, religiosos y ateos, gordos y flacos, gente con silla de ruedas y gente con trisomía 21 que es síndrome de down.
Todos convivimos, todos somos tan iguales ante la ley, pero que aún hay que recordar que somos iguales, que no nos marquen diferencias. Porque a muchos les sucede que ven a Stephen Hawking, como un discapacitado, y es un auténtico erudito. Ven trisomía y echan a los niños de las aulas sin darles una oportunidad.
Formémonos, leamos algo más que chismes, seamos inteligentes y no juzguemos, valoremos la inteligencia de la convivencia y defendamos una escuela inclusiva para todos y por todos. Donde sea un grito unánime, LA IGUALDAD, EL RESPETO Y LA CONVIVENCIA.
Sean egoístas y faciliten que sus hijos e hijas jueguen con niños diferentes, porque en la diferencia está el aprendizaje de saber convivir y de sensibilizar a nuestros hijos en la proximidad y el respeto, facilitando la ayuda en todo momento, sin mirar si uno es gay, o down o feo, o mahometano o visigodo,. Den la mano a la vida y la vida les responderá de igual modo.