
Cuando los padres de un niño con trisomía 21, síndrome de Down, deciden matricular a su hijo en el colegio, al pequeño se le suele hacer un dictamen.
Este dictamen se hace por unos equipos de valoración externos a la escuela infantil o al colegio. A las familias les dicen que es imprescindible realizar este dictamen para que su hijo esté matriculado y de esta forma les pondrán “apoyos”. ¿Parece atractivo, verdad?
Hay un aspecto básico del cual no se habla con la familia y se oculta desde los equipos de valoración y es la siguiente:
El NIÑO PUEDE ESTAR MATRICULADO EN ORDINARIO SIN APOYOS Y SIN DICTAMEN, es un derecho vulnerado a las familias y al niño pues no se dice a las familias.
Una vez que los niños han pasado por ese dictamen se producen varios hechos.
Eso sí, los notables están irónicamente con abundancia en las notas de estos niños con adaptaciones. Los padres se muestran felices pero desconocen lo que detrás esconde.
La pregunta es ¿para qué sirven estos apoyos? Además, los apoyos se dan segregando al niño fuera del aula, o bien, dentro de la propia aula escogen a los que están catalogados como niños con necesidades educativas especiales les juntan y les hacen el supuesto apoyo marcando una diferencia con el resto del aula. Y esto sucede en los centros que se prestan a decir que son los más inclusivos.
Según Naciones Unidas en su artículo 24 de la ley de discapacidad, los niños con diversidad funcional tienen derecho a tener los apoyos suficientes para poder desarrollar al máximo su potencial. Bien, de ahí a la realidad hay un abismo:
Es una perversión del sistema decir que se dan apoyos cuando se les ofrece menos contenidos curriculares, estigmatizan presuponiendo que no van a alcanzar y se produce una profunda falta de respeto por no informar, absolutamente de nada, a la familia ni avisar de las consecuencias de la falta de titulación al final de la etapa educativa.
A todo esto podemos ver planear a los servicios de “orientación” sobre los niños. Si han pasado sin apoyos buscan lo que supuestamente falta o exageran lo que comúnmente puede hacer cualquier otro niño, pero visto en un niño con trisomía 21 hacen extraordinario lo normal. El caso es que pasen por donde todos les hacen pasar y excluirlos de tener una educación inclusiva.
Cada día somos más los padres que no deseamos esos mal llamados apoyos. Queremos DOCENTES formados que den a nuestros hijos el lugar que se merecen. No queremos docentes u orientadores que escarban, como un niño en la comida, apartando todo aquello que supuestamente no le gusta pero nunca ha probado.
Desde Luz en la Finestra apoyamos:
Ahora conoces lo que supone el itinerario educativo de los niños con trisomía 21. Si quieres que te asesoremos, contacta con nosotros.
Este dictamen se hace por unos equipos de valoración externos a la escuela infantil o al colegio. A las familias les dicen que es imprescindible realizar este dictamen para que su hijo esté matriculado y de esta forma les pondrán “apoyos”. ¿Parece atractivo, verdad?
Hay un aspecto básico del cual no se habla con la familia y se oculta desde los equipos de valoración y es la siguiente:
El NIÑO PUEDE ESTAR MATRICULADO EN ORDINARIO SIN APOYOS Y SIN DICTAMEN, es un derecho vulnerado a las familias y al niño pues no se dice a las familias.
Una vez que los niños han pasado por ese dictamen se producen varios hechos.
- Pasan a ser denominados niños de necesidades educativas especiales.
- Les ponen “apoyos”: PT pedagogo terapéutico y AL audición y lenguaje.
- Los apoyos para un niño con trisomía 21 son siempre los mismos, también lo son para niños con TGD (trastorno generalizado del desarrollo), autismo, retraso madurativo, etc.
- Desde los tres años les ponen “apoyos” como si un niño de tres años, por el hecho de tener trisomía 21, necesitara un pedagogo terapéutico que le “adaptara” lo que ha de aprender.
- Aparecen las adaptaciones curriculares que son una reducción del currículo. A los niños con apoyos les dan menos contenidos que al resto del aula.
- Hay adaptaciones leves y significativas. Con las leves, menos reducción del contenido curricular, puede que aprueben, puede dependiendo del centro.
Eso sí, los notables están irónicamente con abundancia en las notas de estos niños con adaptaciones. Los padres se muestran felices pero desconocen lo que detrás esconde.
La pregunta es ¿para qué sirven estos apoyos? Además, los apoyos se dan segregando al niño fuera del aula, o bien, dentro de la propia aula escogen a los que están catalogados como niños con necesidades educativas especiales les juntan y les hacen el supuesto apoyo marcando una diferencia con el resto del aula. Y esto sucede en los centros que se prestan a decir que son los más inclusivos.
Según Naciones Unidas en su artículo 24 de la ley de discapacidad, los niños con diversidad funcional tienen derecho a tener los apoyos suficientes para poder desarrollar al máximo su potencial. Bien, de ahí a la realidad hay un abismo:
- Son estigmatizados por los apoyos,
- Los supuestos apoyos no son para alcanzar su máximo potencial, al contrario, con los niños con síndrome de Down ya presuponen que no van a alcanzar logros y de esta manera, los profesionales ni intentan dar los mismos aprendizajes que al resto de alumnos. Les discriminan presuponiendo que no son capaces. Cualquier alumno sobre el cual se proyecte fracaso, como hacen con los niños con síndrome de Down, difícilmente va a poder alcanzar ningún logro.
Es una perversión del sistema decir que se dan apoyos cuando se les ofrece menos contenidos curriculares, estigmatizan presuponiendo que no van a alcanzar y se produce una profunda falta de respeto por no informar, absolutamente de nada, a la familia ni avisar de las consecuencias de la falta de titulación al final de la etapa educativa.
A todo esto podemos ver planear a los servicios de “orientación” sobre los niños. Si han pasado sin apoyos buscan lo que supuestamente falta o exageran lo que comúnmente puede hacer cualquier otro niño, pero visto en un niño con trisomía 21 hacen extraordinario lo normal. El caso es que pasen por donde todos les hacen pasar y excluirlos de tener una educación inclusiva.
Cada día somos más los padres que no deseamos esos mal llamados apoyos. Queremos DOCENTES formados que den a nuestros hijos el lugar que se merecen. No queremos docentes u orientadores que escarban, como un niño en la comida, apartando todo aquello que supuestamente no le gusta pero nunca ha probado.
Desde Luz en la Finestra apoyamos:
- Matricular a los niños con síndrome de Down sin dictamen.
- Dar el currículo completo a los niños con trisomía 21, siempre que sea posible.
- Que los apoyos sean únicamente para aquellos que los precisen pero no para todos en general por el hecho de tener trisomía 21.
- Informar a la familia sobre lo que supone un dictamen que conlleva a adaptaciones curriculares y a no titular.
- Dar a elegir a la familia el itinerario que quiere seguir.
- Preguntar al niño sobre sus necesidades en cuanto a su situación ante el aprendizaje y su sentir en el centro educativo. Tener en cuenta esa opinión.
- Comunicación fluida con el docente y el centro educativo sobre el proceso educativo
- Dejar las cuestiones de suerte con
- "el profesor que toque", y a su antojo aceptar o no, a ese alumno. Ningún docente debe dejar excluido a un alumno por tener trisomía 21.
- Formación del profesorado sobre inclusión para poder llevar a cabo la práctica educativa.
Ahora conoces lo que supone el itinerario educativo de los niños con trisomía 21. Si quieres que te asesoremos, contacta con nosotros.